miércoles, 28 de octubre de 2015

2. La incredulidad de los acontecimientos.

Nota: Segundo capítulo del relato, para ir al primero pulse aquí:  Capítulo 1

Mi situación en este pueblo fue desenvolviéndose hacia una especie de desamparo total con el paso de las horas. Mirase donde mirase, no encontraba un rayo de esperanza al que sostenerme. Todo era soledad, ruinas, y desesperación.

La gente del lugar parecía rehuirme de una manera extraña. Ni si quiera parecían curiosos porque un extranjero como yo, hubiese entrado en su territorio para investigar sobre el lugar. En el momento en que escuchaban mi fuerte acento del este, los lugareños me miraban de reojo y se marchaban sin decir ni media palabra. Solo una señora se dignó a contestarme para ofrecerme una habitación disponible en su posada. Pero, aunque intentó ser sociable con mi persona, se le notaba cierto aire inquisitivo, como si mi sola presencia pudiese desencadenar alguna terrible tragedia de la que quería librarse a toda costa.


En estos momentos de soledad, intento recordarme que si algo fue el desencadenante de mi marcha a Dunwich fue la búsqueda de la verdad. En incontables ocasiones me he encontrado con rumores que llegaban desde sus fronteras acerca de misterios que un razonamiento analítico no puede concebir. Lo que no pensaba es que esos rumores quedarían eclipsados por la más abrupta realidad.

Nunca llegué a imaginar por ejemplo, como algo tan ordinario como las calles de Dunwich, pudiesen estar cimentadas bajo el clima de la preocupación.

Sus vías deslustradas dan cuenta de la poca paz que reina en el corazón de esta tierra maldita. La mitad de las pequeñas tiendas que acampan a ambos lados de la calle, están cerradas, abandonadas a su suerte por alguien que buscó un destino mejor y que no lo encontró en estos parajes. Las personas desaparecidas se cuentan por centenares en los archivos del ayuntamiento, y no hay ninguna fuerza de la ley que investigué el porqué. Todos rehúsan a la hora de enfrentarse a estos hechos. Tan solo he oído decir que unos pocos valientes salen de noche a lo que ellos llaman la caza. Algo muy extraño ya que nunca pensé que la nocturnidad ayudara a cazar nada, y menos en estos terrenos estériles y polvorientos que rodean el lugar.


Pero si tuviese que señalar un punto en el que el misterio alcanza su significado más primitivo, diría que se trata del lago sin duda alguna.
Ese lugar inhóspito alberga una cabaña medio derruida donde los cazadores guardan parte de su armamento. Al parecer solo unos pocos tienen acceso a dicho establecimiento. Se dice incluso, que si te acercas sin acreditación puedes sufrir la muerte más espantosa a manos de cualquiera que se encuentre en los alrededores. Nunca pensé que los habitantes de Dunwich tuviesen humor para crear esta clase de relatos pero lo cierto es que da escalofríos.


Eso es todo por ahora, seguiré informando de mi avance en los próximos días. Si por casualidad acaban en este pueblo desamparado de la mano de dios, no se asusten de los alaridos dados en la distancia, pronto descubrirán que esa clase de cosas son las que te hacen ver que sigues con vida en el infierno.
Con afecto.
Tomek Sikorski

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1 comentario:

  1. Bueno segundo intento de comentar, a ver si esta vez no desaparece.

    Esta muy interesante, q ganas de que sigas!

    https://www.youtube.com/watch?v=tSdSemAMzdY

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