Nota: Décimo cuarto capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí: Capítulo 1
Cameron se
quedó atónito ante mis palabras. No se esperaba que después de mi
desmesurada reacción fuera a concluir el desafío lanzado por los
testaferros de una manera tan derrotista. - “Tomek, sé que estás
cansado, y que has pasado por mucho. Pero de verdad, que no creo que
esa sea la solución. Si te rindes ahora no habrá valido la pena
nada por lo que has luchado. Por lo que hemos luchado todos en
general, incluido Henry”-. Me quedé en silencio, pensativo
escuchando sus palabras. Tenía razón, era algo que no podía
negarle. Si me iba, todo lo ocurrido hasta ahora carecería de
sentido, todo esfuerzo habría sido en vano, y mis grandes
expectativas hacia el destino de mis amigos, habrían sido arrancadas
antes de ver si quiera la luz del germinamiento. Pero también sabía
que este era el único camino que se me antojaba factible fuera de
todo sentimiento que albergase mi corazón. Por culpa de mis
esfuerzos, todos habían sido tocados por el infortunio en mayor o
menor medida. Ya iba siendo hora de que eso finalizase. Debía dejar
de ser un pobre indefenso para poder proteger así a todos, de mi
sola presencia en este lugar.
- “Lo siento Cameron, pero mi
decisión está tomada, y nada de lo que hagas o digas, podrá
cambiar mi resolución. Ahora si haces el favor, me gustaría que
fueses a comunicarle a Hyter lo que pienso. Quiero salir de aquí lo
antes posible”-. Sabía que el chico había elaborado todo un plan
para sacarme de este lugar, y que mis actos debían haberle
descolocado por completo, pues solo expuso unas pocas palabras de
incredulidad, al haber oído mis ecos tan solemnes en dicho momento.
- “Creía que te importaba este sitio lo suficiente como para no
tirar la toalla tan pronto. ¿Es que no piensas si quiera en los
demás? ¿Acaso vas a marcharte así sin más, con lo que han sido
para ti? Vale que Henry ya no esté, pero Peep y el resto te
aprecian, y están deseando reunirse contigo”-. Fue un gran punto,
pero banal e inútil completamente, puede que en otro momento, el
hecho de nombrarme a los chicos me hubiera hecho recapacitar, pero
actualmente solo podría mostrar indiferencia hacia sus palabras. No
merecía la pena que siguiese intentado convencerme en esta
situación. No iba a ceder en nada por mucho empeño que le pusiese.
Por lo que le miré directamente, y volví a exponer la situación. -
“No sigas. Ya te he dicho que nada de lo que digas o hagas, servirá
para desviarme de mi camino. He tomado una decisión, y la mantendré
hasta el final. Así que vuelvo a pedirte por favor, que avises a tu
compañero de que quiero partir hacia mi hogar lo más pronto
posible”-. Tras mi dedicación hacia su persona, observé como su
rostro adquiría cierto desasosiego ante mis palabras. En parte
sentía pena por ese pobre chico y su complicada posición en este
tema, sabía que lo estaba poniendo en una situación
desbordantemente comprometida ante mi negativa, pero eso no me
competía ahora. Lo que necesitaba de verdad, era poder irme de aquí
lo antes posible para poder empezar a cumplir con mi cometido, por lo
que acelerando su determinación, le hice un gesto con la mano para
indicarle que se fuera a cumplir con su deber. Algo que entendió a
la perfección, ya que con simple - “como quieras”- se despidió,
y emprendió su camino hacia mi opresor dejándome solo con mis
atormentados pensamientos, en esa lúgubre habitación escondida
entre los salvoconductos del mal.
Hyter llegó a mis aposentos, unas
horas después de que Cameron me hubiese abandonado. Abrió la puerta
fingiendo una fallida expresión calmada dando a entrever que no era
su mejor día. Aunque sinceramente, no me extrañaba, ya que había
escogido la opción de su jefe, no la suya. Por lo que debía de
estar bastante cabreado con la situación. Me quedé mirándolo en
silencio esperando su reacción al verme de frente, pero con una leve
sonrisa de suficiencia, no me dejó indagar más en su enfado.
Simplemente, continuó avanzando hacia mí con su suave caminar que
me ponía los pelos de punta, mientras me saludaba cortésmente, como
me tenía acostumbrado. - “Buenas tardes señor Sikorski. El señor
Larson me ha comentado que ya está usted consciente, y ha tomado una
decisión respecto a su futuro. ¿Ha escogido usted cómo debería?”-
Mientras me hablaba directamente comprobó su reloj, y accedió a
tomarme el pulso de mi muñeca. Parecía extrañado, como si sus
cálculos no hubieran salido como él había planeado. Entonces me di
cuenta de que Cameron me había rebajado la dosis de su medicamento,
a una cantidad mínima para que pudiera despertarme y hablar con él
de manera clandestina. Seguramente, por eso habría tardado tanto en
avisar a Hyter de que estaba despierto, no obstante parecía no haber
sido suficiente, pues parecía que el malnacido doctor estaba dándole
vueltas al asunto, deseando encontrar una respuesta clínica que
delatase la anomalía, por lo que me apresuré a decir. - “No se
crea. Aun me encuentro muy mareado. He tenido terribles pesadillas
desde que se marchó. Ni si quiera estaba seguro de que la figura de
ese chico fuese real o imaginaria, cuando le vi tomándome el pulso,
y le pregunté por usted. Recuerdo haberle hablado sobre mi decisión,
y sobre mi deseo de verle para exponérsela, pero en realidad temía
que hubiera sido otro de mis sueños, y usted no hubiese sabido de
ello a tiempo”-. Debía parecer acorde a mis palabras, así que
entrecerré los ojos para añadir un poco de victimismo a mi
actuación. Vale que mi idea de irme era de lo más personal y
solipsista, pero no iba a dejar que por ello el chico fuese
descubierto y puesto en peligro en su mismo hogar. Ya había habido
bastantes pérdidas a mi costa como para añadir una más a la lista.
Por lo que me propuse al menos, proteger a Cameron lo mejor posible
hasta que abandonase dicho lugar, apartado de la buena esperanza.
Mis actos parecieron relajarle un poco
pues, con una sonrisa marcada en su rostro, el doctor Hyter me vino a
consolar con las siguientes puntillosas palabras envenenadas,
mientras me examinaba la reacción de mis pupilas. - “Pues no tiene
de que preocuparse pues ya estoy aquí en cuerpo y alma para usted,
señor Sikorski. Dígame, ¿cuál es la decisión que ha tomado tan
concienzudamente?”- Él sabía de sobra cual había sido mi
decisión. Podía notarselo en todo su ser. Su tensión era más que
evidente mientras fingía su falsa cordialidad. Ahora era yo quien
decidía, y había hecho que la dueña del gato se llevase a su ratón
moribundo dejando al pobre minino, sin juguete para sus macabros
dientes. Había ganado, al menos en ese punto, y me sentía un poco
más dichoso por ello.
- “He decidido irme a mi hogar, y con
premura si se me permite el apunte. Quiero marcharme de este
malogrado pueblo, cuanto antes”- El doctor Hyter no mostró la más
mínima impresión tras mis palabras. Simplemente, siguió
examinándome concentradamente, mientras exponía vagamente su punto
de vista. - “Así que quiere volver a su casa... interesante. Creía
de veras, que se quedaría con nosotros al menos por tener cerca a
sus queridos amigos. Pero ya veo que la amistad como tantas cosas en
la vida, tiene el don de la variabilidad de la importancia, según la
persona que la observe. Es una pena, es usted un sujeto muy
prometedor. Le echaremos de menos por estas tierras, señor Sikorski.
Informaré de inmediato a su ciudad natal, para explicarles que
mañana mismo le enviamos de vuelta”- Hyter acabó su ronda
mientras me soltaba tal perorata, y con frialdad añadió -
“Enhorabuena señor Sikorski. Va a conseguir algo que muchos han
deseado en este lugar durante décadas. Salir con vida de Dunwich,
aunque sea de una manera tan opresiva como lo va a hacer usted.
Cuídese por el este, y ténganos presentes en sus vivencias
ensoñacionales”- Y sin más, se fue. Dejándome solo con mis
pensamientos atormentados por la pérdida, y la ensoñación de los
fármacos.
Pasé las siguientes horas como un
invitado poco deseado en este centro que aún no era capaz de
reconocer. Una señora de mediana edad me sirvió algo de comida, y
dejó que utilizase el lavabo para poder asearme y cambiarme la
vestimenta que ellos mismos me habían proporcionado en sus curas
anteriores. Me devolvieron mi ropa, preparada y lista para usar, y
una camisa nueva puesto que la anterior tenía un agujero de bala que
no debía ser visto por mis nuevos cuidadores. Me expusieron que al
día siguiente al amanecer me llevarían hacia el bosque, hacia el
mismo lugar por donde entré meses atrás a este lugar de mala
muerte, y luego un equipo de las fuerzas de seguridad del pueblo
vecino se harían cargo del viaje hacia mi hogar. Por lo que se veía,
ni ellos que tenían la posibilidad, deseaban salir de Dunwich,
aunque ciertamente ese extraño comportamiento me beneficiaba.
Prefería pasar mi tiempo con el mismísimo diablo, antes que estar
tantas horas seguidas con Hyter y sus secuaces. Me dispuse pues, a
descansar tranquilamente para el largo viaje que me esperaba a la
mañana siguiente, sin ser consciente de que mi sueño reparador
sería interrumpido por una de las personas residentes del local.
Cameron me despertó con la luna ya en
alto desde las sombras de mi habitación, suavemente pero con una
premura consistente. Al escuchar su voz abrí los ojos, y aun sin
saber si era todo un sueño producto de mí retorcida imaginación, o
una realidad, expuse su nombre con voz trémula a la espera de salir
de dudas. Pero lo único que recibí por respuesta fue una mano en mi
boca, silenciando todo sonido que saliese de ella de una manera
espasmosa pero delicada, dando a entender que no pretendía hacerme
daño con dicha acción. - “Soy yo Tomek, no hables que no pueden
saber que estoy aquí. Supuestamente estoy durmiendo para llevarte
mañana a la frontera, así que si me pillan aquí sin autorización
soy hombre muerto, ¿entiendes?”- Asentí con la cabeza a modo de
confirmación, y retiró la mano de mi boca para poder proseguir
libremente con su exposición. - “Quería darte las gracias por no
delatarme ante Hyter hoy. No sé porque demonios has decidido irte
pero lo respeto, seguro que tienes motivos suficientes para hacerlo
después de todo lo que has visto por aquí. Te deseo lo mejor de
todo corazón, y por ello me gustaría darte esto en consideración
por todo lo que has pasado, y por habernos dado a todos un motivo por
el que creer en un mundo mejor”-. Tras las sombras pude observar
como su silueta se quitaba la chaqueta, y me la dejaba a los pies de
la cama. En silencio la recogí extrañado, y pude comprobar con una
punzada en mi corazón, como esa prenda me era de lo más familiar. -
“Es la chaqueta de Henry. La recuperé una vez hubiesen tirado sus
efectos personales después de lo ocurrido. Iba a quedármela yo,
pero se lo que significó para ti que él te acogiera, así que te la
regalo. Diremos que era tuya y podrás llevártela al sitio al que
vas sin ningún contratiempo. También recuperé su cuchillo que está
en el bolsillo interior. Si logramos que no te cacheen podrás irte
con él. Así me quedaré también más tranquilo al saber que podrás
defenderte si algo malo ocurriese en el camino. Espero que todo te
vaya bien Tomek, de verdad. Estaremos esperándote por si vuelves a
nuestro lado algún día. Hasta mañana”- Le agradecí el gesto
silenciosamente, con una afirmación de cabeza, mientras me despedía
con la mano con un cierto aire melancólico. Ahora que todo iba a
cambiar, sentía el irrefrenable deseo de seguir inmóvil en esta
situación, para evitar el destino que se avecinaba. Pero sabía que
era imposible. Desde que la muerte de Henry fue un hecho para mí,
había adoptado una determinación que llevaría a cabo contra todo
pronóstico si hiciese falta. No podía dejar que mis sentimientos
arruinasen todo por lo que estaba trabajando, por lo que intenté
olvidarme de todo este horripilante mundo, y me acosté de nuevo,
esta vez con la chaqueta puesta, impaciente porque llegase el mañana.
Con el despunte del alba yo ya me
encontraba despierto y listo para partir. Había tenido tiempo de
arreglarme y comer algo, antes de que Cameron entrase en la
habitación seguido de la mujer que me atendía y de Jack, el cual se
sorprendió bastante de verme tan enérgico a esas horas tempranas de
la mañana. - “Veo que alguien está ansioso por irse de nuestro
lado”- Jack me sonreía con socarronería mientras pasaba
enérgicamente a la habitación, mientras los otros dos se lo tomaban
con más calma. Yo por mi parte me levanté de mi asiento, y les hice
frente sin el menor temor para aligerar cuanto antes las cosas. - “Me
he levantado temprano para estar listo a vuestra llegada”- Expuse
en general sin mirar a nadie en particular. No quería levantar
sospechas dirigiéndome a Cameron directamente, y tampoco quería
centrarme en Jack, el cual me enervaba con su sola presencia desde
que me había enterado de que había sido él quien había matado a
Henry. Debía permanecer impasible, expectante a la situación, como
diría mi buen amigo Jason. Así que, sopesándolo adecuadamente,
continué hablando sin receptor particular, a modo de centralización
para informarme del procedimiento necesario en mi viaje. - “¿Podrían
decirme para cuando está prevista mi partida, y cuál va a ser mi
ruta de viaje a casa?”-. Hubo un silencio por parte de los tres.
Seguramente, nadie se esperaba mi naturalidad, o que fuese tan
cordial en esa situación, pero poco me importaba ya. Las siguientes
horas las tenía tan mentalizadas en la cabeza que no podía haber
sorpresa que no hubiese asimilado con anterioridad. Finalmente,
Cameron se fue acercando a mi posición mientras exponía las
siguientes palabras. - “Jack se va ahora hacia el pueblo de al lado
para volver a la frontera con las fuerzas de seguridad, para hacer el relevo. Se ha sopesado y llegado a consenso, de que alguien te
acompañe todo el camino para evitar cualquier sorpresa que esté por
venir. En cuanto a tu camino a la frontera, seré yo mismo el que te
acompañe, así que por favor, levanta los brazos. He de cachearte
para poder dar luz verde a la operación. La señora Hill se llevará
todo aquello que no esté autorizado a llevarse”- Señaló a la
mujer que se encontraba en la habitación, y que ya venía hacia
nuestra posición para ayudarle en dicha labor. Imaginaba que Cameron
había pedido él mismo cachearme para evitar que me encontrasen el
cuchillo, pero ahora que veía que tenía ayuda dudaba de si
podríamos esconderlo de dicho análisis, aunque parecía ser que el
destino nos brindaba una oportunidad cuando, mientras me disponía a
levantar los brazos, Jack expresó una queja. - “Anda Cameron deja
eso. No tiene sentido cachearle. Nosotros mismos nos encargamos de
sus ropas, y aquí no hay nada que pueda utilizar como arma
arrojadiza. Así que déjale, y larguémonos ya para acabar con esto
de una maldita vez”- Y sin esperar contestación dio media vuelta y
se fue, seguido de mi cuidadora, y de Cameron, el cual con una
palmadita en la espalda a modo de afecto me susurró - “vamos”-
haciéndome ir tras ellos, hacia mi nuevo destino.
Salimos los cuatro de la sala y nos
dirigimos por un pasillo oscuro hacia una especie de puerta trasera.
Parecía como si me hubiesen mantenido todo este tiempo en un sótano
o algo por el estilo pues cuando salimos estábamos al lado opuesto
de la puerta principal. Reconocía las calles a través de la soleada
mañana que nos acompañaba. Estábamos en el puro centro de Dunwich,
lo que solo podía significar que estuve confinado en el ayuntamiento
todo este tiempo. Sonreí para mí. Ahora todo tenía sentido. El
alcalde y jefe de la organización, me había tenido bajo sus garras
porque seguramente, no quería otro asalto como al del sanatorio.
Pero esta vez no habría asalto. Me iría tras mis propios pasos sin
incluir una sola víctima más en mi lista de culpabilidad.
La señora Hill se quedó sujetando la
puerta mientras deseaba a sus compañeros buen viaje, y le entregaba
a Jack un sobre sellado marrón, con lo que parecía ser un membrete
del sanatorio. Sin duda se trataba de la documentación que Hyter
había reunido para mis nuevos sanitarios. Jack lo tomó entre sus
manos con desgana, y me lo pasó con un fuerte golpe en el pecho. -
“Que sea el propio loco quien se lleve su informe ¿no crees? Yo
tengo mejores cosas que hacer. Me voy hacia el oeste en busca de los
van a transportarle. Tú sigue las indicaciones que te han dado,
Cameron. Nos vemos en la frontera. No os demoréis”- Y con un
apretón cordial de manos hacia Cameron a modo de despedida partió,
dejando que dos de los cazadores cumpliesen con la misión que los
testaferros habían impuesto.
Cuando Cameron se hubo despedido de la
señora Hill comenzamos nuestro camino a la frontera atravesando
directamente el poblado como dos viandantes más del concejo. El
chico parecía saberse las direcciones de memoria pues tardamos mucho
menos que cuando mi persona atravesó el trayecto del municipio,
haciendo que nos encaminamos al bosque con premura, en un día que
resultaba ser de lo más neutro comparado con las estrafalarias
historias a las que estaba acostumbrado. Los dos permanecíamos en
silencio. Cameron parecía consternado ante la realidad que había
escogido, y solo me dirigía la palabra para indicarme las
direcciones que debíamos de tomar en nuestra ruta. Supongo que creía
que así sería más fácil dejar que me fuese. Aunque notaba como en
el fondo sabía que se mentía a sí mismo ante tal pensamiento.
Al ascender por la arboleda,
proseguimos con nuestro viaje hasta llegar a la colina donde se
vislumbraba el famoso puente que conectaba Dunwich con la realidad.
Cameron frenó en una zona llana, y se volteó para poder mirarme
mientras le alcanzaba. - “Bueno Tomek, en nada estaremos en el
lugar de encuentro, donde las fuerzas de seguridad vecinas te
llevarán a tu hogar. Sé que no nos hemos conocido mucho pero me
alegro de que hayas estado a nuestro lado estos meses. Ha sido un
auténtico placer tenerte en nuestro bando. De parte de todos,
Gracias, cazador.”- Sonrió abiertamente con cierto tono de dulzura
aniñada mientras me tendía la mano. Había sido un gesto
maravilloso por su parte el despedirse tan emotivamente, en un lugar
apartado donde nadie nos viese, por lo que me llevé mi mano libre al
pecho en una acción de afecto por sus palabras, palpando el lugar
donde el cuchillo de Henry reposaba en mi interior, y me acerqué a
él para cambiar su cordial despedida por un abrazo, el cual aceptó
sin rechistar dándome la oportunidad de tenerle bien sujeto entre mi
brazo, mientras con el otro apuraba el tiempo para asestarle una
puñalada en el pecho tan profunda, que dejé clavado el cuchillo en
su pectoral. Cameron se quedó inmóvil, preso de la sorpresa,
mientras aspiraba aire abruptamente, y gorgogeaba en mis brazos en un
estado de absoluto pánico, mientras yo le exponía las siguientes
palabras cerca de su oído para que no hubiese el menor rastro de
duda de que pudiera entenderme en tal situación - “Espero que puedas perdonarme por esto”-. Y sin más le dejé caer
al suelo, donde se acongojó por el dolor en un suave susurro de
agonía, mientras yo ya me deslizaba ladera abajo para poder
localizar con premura la cabaña de Peep, y lograr poner en marcha mi
plan de una vez por todas. Vengarme de todos y cada uno de los
testaferros hasta limpiar el nombre de Henry, y liberar al pueblo de
su locura insana.
Esto es todo por hoy. Recordad, si os
acercáis por estas tierras inhóspitas no olvidéis que por aquí
nada es lo que parece. Incluso si se trata de las ideas de un simple
extranjero que vino en pos de descubrir una verdad que acabaría por
destrozarle el alma. Vigilad bien vuestras espaldas, pues una guerra
abierta se acerca, y nadie saldrá impune de ella.
Con afecto.
Tomek Sikorski
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