sábado, 23 de abril de 2016

16. Bajo la maldición de la luna (Segunda parte).

Nota: Segunda parte del décimo sexto capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del décimo sexto capítulo pulse aquí: Primera parte

Según escuche sus palabras frené en el acto mi avance. Reconocía esa voz. Era el sonido de un malnacido que nos había hecho la vida imposible a mi y a mis amigos, desde que estaba en este lugar. Era el doctor Hyter. No me cabía duda alguna. Aunque no pudiese visualizar su rostro por la falta de luz en la estancia, podía saber exactamente donde se encontraba gracias a la localización del sonido. Este se situaba justo detrás de Cameron, oculto entre las sombras para crearme la incertidumbre de lo desconocido. - “Doctor Hyter, por favor, baje el arma, yo no he hecho nada”- Cameron balbuceaba entrecortadamente, ante la presencia del captor que le tenía prisionero delante de mis narices. Sentía como la frustración de no poder ayudar a un inocente que solo había pasado penurias por mi culpa, iba en aumento hasta tal punto de tener que apretar los dientes para mantener el poco autocontrol que me quedaba, por miedo a que su victima fuese dañada en el altercado. - “Oh, vamos señor Larson, deje de comportarse como un niño miedoso que ya tiene usted una edad. Debería saber que los actos tienen consecuencias, y que su hazaña de escapismo no quedará impune ni para usted, ni para su amiguito que nos acompaña en esta noche tan especial”-. Hyter hablaba con su calma habitual, lo que me hacía sospechar que de nuevo se creía el dueño de la situación, debía de hacer algo para alejar su ira contra el chico al menos para que él pudiese salvarse mientras yo entretenía a tal monstruo. Por lo que intenté mantener la calma, y expuse mi argumento con la mayor serenidad que mi cuerpo me permitía sobreactuar. - “Vaya, no se porque me está facilitando las cosas doctor Hyter, pero la verdad es que se lo agradezco. El principal motivo de mi visita al sanatorio ha sido rematar al chico, ya que la primera vez las cosas no salieron como yo esperaba, así que si hace el favor de echarse a un lado acabaré con él en dos segundos.”-

Estaba convencido de que no me creería, era una mentira tan poco viable que dudaba si quiera que alguien en el mundo pudiese darla por válida. Hyter se rió como primera respuesta, como era de esperar, y a continuación lanzó un argumento tan pueril que me hizo más daño de lo que podía esperarme en un principio. - “Es usted de lo que no hay señor Sikorski, cada día me sorprende más ¿acaso cree que no conocía su relación con el chico desde hace tiempo?. Por favor, si en el momento en el que usted estuvo con nosotros no le quitaba el ojo de encima. Sabía que era cuestión de tiempo que se presentase aquí a por él, igual que hizo su querido amigo Henry con usted, en más de una ocasión. Aun recuerdo la pasada acción donde su compañero perdió la vida por ir a por usted hasta el final. Solo que ahora es usted el salvador con aires de héroe, que deja atrás a sus amigos por un muchacho algo torpe, que siguió sus indicaciones al pie de la letra, y se encontró con el enemigo de frente. Qué ironía ¿verdad?. Ahora sabe como se sintió su amigo justo antes de morir. Sabiendo que dejaba a su pequeño tesoro indefenso, en manos del cruel enemigo, antes de caer implacablemente en las profundidades del averno para siempre”-.

La suficiencia de su voz al relatarme tales argumentos, me irritaba hasta el punto de centrarme solo en la repulsión que sentía hacia ese hombre. Quería gritar, patalear, decirle cuatro verdades, y abalanzarme sobre su persona en un acto de ira que conllevaría la perdida de la vida de uno de los dos afectados. Pero en vez de dejarme llevar por mis instintos más primarios, me quedé en silencio intentando serenar mi espíritu a través de la respiración. De nada serviría perder la compostura. Sabía a ciencia cierta que lo que pretendía era desequilibrarme tocando el recuerdo de Henry para que este abrumara mis sentidos, y poder así aprovecharse de ello, para darnos caza a los dos de una sola maniobra. Así que no podía permitírselo. No cuando la vida de Cameron estaba en juego, por lo que me enderecé, y le planté cara de una manera disciplinada, digna del orgullo de un hombre que no disminuye ante su adversario. - “No se equivoque, doctor. Henry era Henry, y yo soy yo. Así que déjese de hacer conjeturas absurdas y enfréntese a mi, que es lo que lleva deseando desde hace mucho tiempo”-.

Estaba decidido. Puede que la musculatura de ese hombre superase la mía, pero no iba a dejarme acobardar por sus insinuaciones pueriles cuando había tanto en juego. La contraluz dada en su posición ocultaba su rostro, dejando que misteriosas sombras se moviesen por la pared haciéndome pensar que el tiempo se agotaba. Él sin embargo ignoró tales avisos riéndose de mis palabras con tal fuerza, que me parecía increíble que nos tachara a nosotros de perturbados cuando él era el primero en serlo. - “Por favor señor Sikorski ¿De verdad cree que quiero enzarzarme en una batalla cuerpo a cuerpo con un enfermo mental? Haría un flaco favor a mi gremio, y a mi propia alma si cayese en semejante epifanía. Vamos, compórtese como debe, y venga con nosotros a ser llevado de vuelta a una habitación. Tengo muchas ganas de experimentar con usted, y que me hable de esos monstruos que tanto teme en la oscuridad.”-.

Sentí un leve chasquido, y de repente me vi apuntado con su arma, mientras agarraba a Cameron por el brazo inmovilizándolo con su fuerza bruta. Ahora lo comprendía todo. Por eso el chico estaba tan nervioso. Había estado apuntándole con un revolver a su espalda todo este tiempo. Hyter había manejado la situación a su antojo y ahora se veía con el premio en la mano, pero no contaba con que no iba a dejar que eso sucediera. El Tomek que había conocido de antaño se había trasformado tras la pérdida de su amigo, y ahora nunca más dejaría que hicieran daño a sus seres queridos, por lo que yo también saqué un arma del interior de la chaqueta de Henry, y me dispuse a apuntarle teniendo a Cameron en medio de los dos fuegos. - “Oh, vamos señor Sikorski, no me diga que va a poner en peligro al chico por intentar dispararme”-. Hyter no movió su posición, pero agarró con aun más fuerza a Cameron, y lo movió hasta ponerle de escudo humano mientras este gritaba de dolor. Era un ser deleznable, merecía todo lo que le sucediese, por lo que no dudé ni un segundo en decirle. - “Por supuesto que no, pero no se crea que va a librarse de mi tan fácilmente, doctor Hyter. ¿quería usted que le hablase de mis criaturas? Pues conozcalas usted por sí mismo”-. Y sin darle si quiera tiempo a reaccionar, giré la ubicación de mi arma, y lancé dos proyectiles hacia la ventana de al lado donde los cristales explotaron como una danza estival de brillo en el cielo, mientras los tres, incluido mi persona, nos deshacíamos de nuestras posiciones para taparnos los oídos ante tal estruendo.

Ese era el momento que había estado esperando. Tomando ventaja de mi lejanía al no haber sido tan afectado como ellos por el estruendo causado por las balas, avancé hacia su posición apresuradamente, y con la culata del revolver, le asesté un golpe en el cráneo al doctor Hyter haciéndole perder el equilibro, y caerse de bruces contra el suelo. Lo que me dio pié posteriormente, a agarrar a Cameron del brazo y tirar de él para que se viniese conmigo, pero justo en el instante en que lo estaba ayudando a enderezarse, unos brazos alargados se agarraban con fuerza a la ventana rota, dejando una viscosidad negra tras de sí, que se le escurría de sus manos cortadas.


Sentí el pánico del terror recorrer todo mi cuerpo hasta situarse en la garganta. Observaba atónito como poco a poco comenzó a entrar en la estancia, lo que me reducía el tiempo de salir del sanatorio sin ser alcanzado por esa cosa. Me apresuré en mi acto para ganar tiempo. Había sido demasiado ingenuo. Me había arriesgado demasiado a la hora de romper la ventana. Sabía que acudirían al ruido como están acostumbradas a hacer, pero pensaba que el tiempo que tardarían en llegar hubiera sido más abundante del expuesto en la realidad. Esa cosa debía estar al otro lado de la pared agazapada esperando su oportunidad, y por fin la había tenido. Ahora de seguro que no la iba a dejar escapar. Nuestra última opción era escapar antes de que nos viese para que se ensañara con el doctor Hyter en vez de con nosotros, por lo que con el cuerpo aun destemplado por el horror que se nos acontecía, tiré de Cameron en un esfuerzo de llevármelo escaleras abajo antes de que la desavenencia se ciñera sobre nosotros.

Con la fuerza de mis brazos, logré que se dispusiera a correr con la incentiva de los gritos ensordecedores que la criatura había comenzado a emitir, y recorrí el pasillo junto a él, en busca de las escaleras que daban directamente a las plantas inferiores, sintiendo la angustia crecer en mi pecho ante el ruido que crecía a mis espaldas. Podía percibir como la criatura había entrado de lleno en la estancia, arrasando con todo lo que se encontraba a su paso. Cameron parecía nervioso por esa circunstancia pues no dejaba de ojear sus espaldas en la búsqueda de la tremenda bestia que nos acosaba metros atrás. - “No te preocupes Cameron. Hyter está ahí, así que de fajarse con alguien lo hará con él primero, lo que nos da la oportunidad de escapar sin que nos alcance después.”-. Intenté tranquilizarle con dichas palabras para que lograra centrarse en la huida, pero las que me devolvió él, hicieron que el que se aterrorizase por su presencia fuese yo. - “¡No va a ir a por él, Tomek. Hyter sabe como controlarlas!”-. Y dicho y hecho, antes de que pudiese preguntar si quiera el porqué de sus palabras escuché el eco de la voz de Hyter diciendo. - “¡Ve a por ellos! ¡Ahora!”-. Por lo que me aferré al brazo de Cameron, y volví a tirar de él para acelerar el paso, y marcar distancia ante la enorme bestia deformada que se nos acercaba con sus intensos ojos escudriñando en la oscuridad hasta dar con nuestro paradero. Podía escuchar sus patas delgadas y largas, avanzar por nuestro mismo pasillo, haciéndonos saltar de la impresión tras el grito de furia devastador que nos había soltado a unos pasos de nosotros. Debíamos hacer algo, y debíamos hacerlo ya, así que con las escaleras a la vista, lancé a Cameron hacia ellas, y yo me detuve lo justo para darme la vuelta y asestarle las últimas balas que me quedaban con la esperanza de ralentizara lo suficiente para poder salir de ese infierno vivos. Por lo que, en cuanto descargué toda mi munición, me fui a toda prisa sin mirar hacia atrás, mientras sentía los torpes pasos de una lastimada criatura que ansiaba obtener mi cabeza más que nunca.

Seguí en mi avance sin detenerme hasta el piso inferior, donde Cameron me esperaba mirando hacia mi posición. En cuanto me visualizó sonrió y siguió corriendo delante de mi, ya seguro de que estaba a salvo. Podría ser más joven pero había tenido más consideración hacia mi, de la que yo había tenido hacia Henry la última vez, y aunque me doliese, se lo agradecía desde lo más profundo de mi ser. La criatura por su parte, parecía tener ciertos problemas a la hora de descender por las escaleras debidos a su extraña fisionomía, y sus heridas causadas por mi arma. Su extraña altura y extrema delgadez, hacía que se tambalease a la hora de pisar en los peldaños, haciendo que tropezase en más de una ocasión contra la infranqueable pared que la envolvía quedando parcialmente atrapada por dicho estrechamiento. Lo que nos daba una ventaja considerable, si tenemos en cuenta que además de sus problemas entorpecía el avance de Hyter, el cual suponía que se había unido a la persecución, dados los pasos humanos que sentía tras de ella.


Gracias a tal calamidad, Cameron y yo descendimos con premura las plantas restantes hasta llegar al sótano donde teníamos pensado reunirnos con el resto. Pero lo que no esperábamos era encontrarnos con un problema más acrecentado del que habíamos dejado atrás. Parecía ser que en dicho nivel se había librado tal batalla campal, que el olor a pólvora aun era persistente en la sala. Su intensa esencia se filtraba con un humo negrecido que se metía por el esófago y no te dejaba respirar con facilidad una vez llevabas en su atmósfera unos segundos. La visibilidad, que de por sí era escasa, estaba siendo prácticamente nula debido al alumbrado dañado por la trifulca, y para más desolación no se percibía ni un alma dentro de todo el nivel. Tanto nuestros compañeros como las criaturas que estaban encerradas en las puertas colindantes al pasillo, habían desaparecido sin dejar rastro, lo que nos dejaba a Cameron y a mi, con el mayor de los desconciertos. - “¡Cielo santo, se han escapado! ¡Las criaturas se han escapado! ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Y Peep? ¿Dónde está Peep?”- Cameron danzaba de un lado a otro hablando más fuerte de la cuenta debido a la sordera causada por el impacto. Yo empezaba a preocuparme por las mismas cuestiones que él mismo había planteado, pero un pedazo de mi pensamiento también estaba en la parte de arriba donde la criatura y Hyter descendían a por nosotros así que me apresuré a decir. - “No hay tiempo para eso Cameron. Debes de salir de aquí. Mira, fíjate en aquella puerta del final del pasillo a la derecha. Por ahí está la salida al exterior. Sal de aquí, y ve directamente a la posada. Yo me encargaré de buscar a Peep y a Jason que al final también ha venido con nosotros, a la sala de los archivos.”- Veía a Cameron tan tremendamente agotado, y tan pálido como la luna, que sinceramente, tenía mis serias dudas de que las palabras que me dijo a continuación fuesen certeras. - “¡De eso nada, yo me voy contigo a buscarles. Estoy completamente preparado para lo que venga, y si tengo que cargar contra alguien para salvarlos lo haré!”-. Sabía a ciencia cierta que estaba envalentonado por la situación y sus ansias de ayudar, pero también era consciente de que el tiempo que nos quedaba era escaso y Hyter, o cualquier otro podría darle caza en cuanto estuviese en soledad, por lo que logró convencerme de sus palabras pero antes si quiera que pudiese dar el visto bueno a su decisión, una voz conocida surgió a nuestra contra de entre las sombras. - “Ninguno de los dos saldrá de aquí con vida, así que dejad de discutir ya”-. En cuanto el eco surgido de entre la oscuridad, me temí lo peor, pues su voz era claramente la de uno de los gemelos, más concretamente la de Jack, puesto que Jason jamás nos diría tal cosa. Por lo que alcé inconscientemente la pistola descargada y grité - “¡Déjate de amenazas, y sal de donde quiera que estés Jack!”- El susodicho no se hizo de esperar, y salió revolver en mano, de entre las sombras hacia nuestra dirección exponiendo lo siguiente. - “Deja ya de darme ordenes maldito pirado”- y sin más me disparó dos veces en el hombro por falta de visibilidad, haciéndome caer en el suelo, con la cabeza justo en la dirección idónea para visualizar borrosamente a Cameron venir hacia mi, sin saber lo que se le avecinaba por la espalda. Intenté hablar. Advertirle del peligro que corría. Pero su aquejada sordera, y la adrenalina del momento le impidieron escucharme a tiempo de apartarse de la criatura que habíamos dejado atrás, y que ya se le estaba abalanzando encima con todo su cuerpo.
Continuará...
Siguiente capítulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario