sábado, 7 de mayo de 2016

17. La determinación de la bondad.

Nota: Décimo séptimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Mi primer impulso al visualizar las llamas fue el avanzar hacia el hogar para ver si podía encontrar a Magda escondida en algún rincón sin peligro, pero el vigor del fuego y su humareda correspondiente, me dieron a entender que no había ninguna esperanza de que alguien pudiera salir con vida de tal temeridad. Aun así me negaba a creer que algo pudiera pasarle a nuestra amiga, así que haciendo acopio de las pocas fuerzas que me quedaban, grité a los cielos su nombre por si algún resquicio de su vida estuviera esperando mi ayuda para salir de esa prisión enllamarada. Pero dicha acción no ocurrió, entre mis constantes ecos, solo me interrumpió la voz de Jason para advertirme que diera media vuelta, y nos largásemos de allí. - “¡Tomek, así no vas a conseguir nada, vámonos! Esa mujer está curada de espantos, estoy seguro de que se ha largado antes de que nada de esto ocurriese. ¡Venga, hazme caso y da media vuelta! Aquí no hay nada que hacer”- Las advertencias de mi amigo se mezclaban entre el crepitar de las llamas lamiendo la madera, mientras a mi empezaban a causarme estragos la prolongación del humo en mi organismo. Mis ojos comenzaban a lagrimear a causa de su consistencia, y mis pulmones estaban ya hartos de intentar expulsar la toxina que inhalaba con cada bocanada de aire que succionaba. Aunque yo he de decir que no le daba la mayor prioridad a mi cuerpo en esos momentos. Carecían de importancia todas las voces, y los males acusados por la agonía sufrida cuando una persona tan apreciada para mi estaba siendo pasto de las llamas. Por lo que me negué a aceptar la evidencia, y volví a intentarlo, pero antes si quiera de que pudiera ponerme a alzar la voz de nuevo a los vientos, Peep me detuvo con un grito que me desconcertó por completo. -” “Muchacho, deja de destrozarte la garganta. Ya sabíamos de sobra que esto iba a pasar, así que le dije a Magda que se fuera antes de que pudieran atacarla. Seguramente, esté en la casa de tus padres esperando nuestro regreso, así que date prisa en dar media vuelta, o la que tendrá que lamentar nuestra muerte será ella, ¡venga, vamos!”-. Peep que estaba en última posición debido a que cargaba con el peso de Cameron en sus brazos, giró sobre si mismo y viró a la derecha liderando ahora la carrera para ponernos a salvo, seguido por Jason el cuál ya me estaba haciendo señas con la cabeza para que me uniese a su huida. Por mi parte me quedé atónito viendo como se iban mientras en mi mente danzaban las inquietudes sobre si Magda estaría bien, y el porqué sugerían que tenía una casa de mi propiedad en estos parajes cuando en todo este tiempo ni habían mencionado la idea. Fuera como fuese, parecía que Peep me había revelado lo suficiente para tranquilizarme acerca del bienestar de nuestra amiga, por lo que dejé a mis espaldas las llamas, y me adentré junto a mis compañeros por los caminos sinuosos de las tierras de Dunwich, en busca de un hogar que no me sería desconocido a mis sentidos.


Avanzamos durante unos minutos infernales por inhóspitos senderos mientras cada ruido me hacía saltar de la pura tensión que sentía ante el desprotegimiento de nuestras almas. Nos habíamos arriesgado mucho, demasiado quizás, al estar tanto tiempo expuestos a nuestros captores, y a las bestias que les acompañaban. En cualquier momento podríamos ser atacados, y si así fuese no tendríamos oportunidad honorable de salir victoriosos de la caza. Debíamos apresurarnos para restar el tiempo en contra que nos amenazaba con la la muerte, por lo que grité al aire que se dieran prisa, y seguimos viajando rumbo al terreno desconocido que me esperaba impertérrito al otro lado de la colina. Mi cuerpo empezaba a entumecerse a causa del frío y la incertidumbre de la desolación de las calles nocturnas, pero solo podía correr para ponerme a salvo si quería que esta historia tuviese un final feliz. Debía ignorar todos los sonidos, y visiones que sentía a mi al rededor y centrarme en seguir el ritmo para poder llegar a buen puerto de la mejor manera posible.

En mi andanza intentaba no darle demasiadas vueltas a todo lo que me rondaba en esa hora maldecida por el infortunio, pero dicha hazaña me resultaba imposible de cumplir. No sabía bien si era por ser la noche señalada, o por mi incipiente paranoia, pero estaba viendo y escuchando cosas, que jamás, incluso viviendo en este pueblo, había tenido la desdicha de percatarme de su presencia con anterioridad. Daba igual en que dirección mirase, que en todas había un desastre por el que preocuparse, ya fuera el sanatorio infestado de criaturas, el tremendo incendio de la posada, o el intenso baile de ramas que anunciaba la extraña viveza de los árboles instaurados en el bosque, que no encontraba una solo lugar en el que poder sentirme un poco a salvo de peligro. Por lo que, tomé la opción de cerrar los ojos a la locura agachando levemente la cabeza para no visualizar más allá del suelo que pisaba, y me concentré en seguir el movimiento de mis amigos para ir en su bando sin perder los nervios en este amasijo de demencia insana.


Así avancé lo que quedaba de terreno para no perder la compostura. En nuestra brutal huida todos estábamos al borde del colapso, pero Peep parecía mantener la compostura guiándonos certeramente por unos caminos de lo menos transitados. Al final, acabamos serpenteando por un terreno salvaje, lleno de barro y diversos amasijos de hierba enramadas, y acabamos dando con una casa de estilo sencillo oculta bajo las edras de musgo que colgaban de sus paredes, y un elenco de árboles instaurados a su alrededor, que me hacían pensar que su dificultad a la hora de localizarla había sido premeditada a la hora de instalarse en ella.

Peep fue el primero que se adelantó a avanzar entre sus fauces, y con un gesto de cabeza me indicó que me acercase para una vez a su lado, poder explicarme la situación. - “A ver, Tomek. Se que tendrás miles de preguntas pero lo primero es lo primero, ¿cómo va tu hombro? ¿crees que serás capaz de sujetar a Cameron un momento? Necesito las dos manos para poder abrir la puerta”-.
Sinceramente, no entendía porque necesitaba tanta libertad cuando ya estaba con la llave correspondiente sujetada entre sus dedos, pero si necesitaba mi ayuda se la concedería sin dudarlo un momento, por lo que afirmé a sus palabras, y situé a nuestro amigo semi inerte con dificultad en mi parte del cuerpo no dañada, para que me fuera más fácil sostenerle mientras Peep ya se encaminaba hacia el umbral del hogar. En un momento, logró introducir la llave en el cerrojo, pero para mi sorpresa la puerta no se movió del sitio. Hizo falta zarandearla varias veces para que esta fuese cediendo lentamente hasta que se abrió con un sonido rechinante bastante fuerte. Ahora comprendía el porqué de los actos de Peep, él sabía de antemano como tratar al objeto para que cediese ante su mandato. Una vez más, me di cuenta que por mucho que dijesen yo solo era un extraño forastero de ese inhóspito lugar, el cual no dejaba de preguntarse como había podido acabar en la situación en la que se encontraba. 

Después de abrir la puerta, Peep entró en la casa en primer lugar haciéndonos en el proceso una seña para advertirnos que esperásemos a fuera. Suponía que iría en busca de algún peligro, y de Magda que al parecer había venido con anterioridad a esta estancia, pero al cabo de dos minutos salió en nuestra búsqueda sin compañía alguna. - “Todo despejado, venga entrad”-. Peep salió a recoger a Cameron de mi cuidado, y juntos entramos en la residencia para cerrar tras nosotros la puerta que nos devolvía a la libertad. Todo parecía haber acabado por fin, al menos en esta trágica noche, sin lamentar perdida alguna ya que, como si de un milagro se tratase, Magda bajaba por las escaleras de madera sin un solo rasguño en su cuerpo. - “Me alegro de que estéis bien chicos”- Nos dijo mientras nos sonreía con afecto a cada uno, hasta llegar con la mirada a Peep donde cambió el semblante de su expresión hacia un tono taciturno, mientras añadía. - “¿Ese es Cameron? Rápido, hay que lavarle y curarle, o se le infectarán las heridas. Súbelo aquí, el resto puede esperar.”-. Y con dicho gesto se fue seguida por Peep, dejando que Jason y yo nos ocupásemos de Jack el cual tampoco parecía en muy buen estado. - “Ven Tomek ayúdame a bajar a este al sótano para que nosotros también podamos ir a curarnos.”- A pesar de sus fuertes heridas anteriores, Jason ya se había puesto en la faena de dejar el asunto de su hermano finiquitado por lo que le pregunté sobre las intenciones que tenía para nuestro prisionero mientras le ayudaba a transportarlo escaleras abajo -“¿Qué vamos a hacer con él Jason? ¿Deberíamos investigar sobre si tiene alguna herida abierta, o algo por el estilo antes de dejarlo en la oscuridad? No parece que tenga muy buen aspecto”-. Me fijé en su cara la cual irradiaba un tremendo dolor mientras sentía la risa valentuosa de Jason a mis palabras. - “No necesitamos observarle nada. Yo mismo le apuñalé por la espalda con un arma en mal estado que encontré en el almacén de archivos para que no pudiese defenderse y propiciar esta situación, así que déjate de ser tan santurrón, y agárrale por el brazo para que no se pueda revolver en un intento de huida.”-. Jason me indicó la posición por donde debía sostenerle para que nos fuera más ligera la carga, y llevamos a Jack hasta un rincón del sótano de la casa donde le atamos a una silla entre las telarañas y el polvo del dejamiento de la estancia, sin darle si quiera algo mullido donde reposar la cabeza.

Lo cierto era que me sentía un poco mal con la situación así que como buen hombre con modales, le expuse si necesitaba un poco de agua para poder hidratarse de ese viaje tan duro. Al fin y al cabo, el había pasado por las mismas penurias que nosotros, estaba seguro de que él también habría empezado a notar los efectos del cansancio en su cuerpo. Sin embargo, antes siquiera de que pudiera contestarme, Jason más firme que nunca me advirtió que no siguiese por ese camino. - “Tomek, no ha venido aquí para tomar el té con nosotros así que déjalo ya. Este fue el tipo que mató a Henry a sangre fría, así que no se te ocurra darle ni el más mínimo trato de favor. Venga, vayámonos arriba a que te curen ese hombro que tiene que estar doliéndote como mil demonios”-. Jason me hizo un gesto con la mano y nos encaminamos juntos hacia las escaleras mientras echaba una última mirada a mi antiguo captor, el cuál abandonamos a su suerte en esa lúgubre estancia. Sintiéndome de lo más despreciable por ello.

Una vez arriba, los chicos en conjunto acudieron a tratar mis heridas de una forma eficaz mientras me ponían al tanto del estado de salud de Cameron. - “Se encuentra estable pero sinceramente, no se si sobrevivirá a este ataque. El pobre chico ha recibido mucha ponzoña de la boca de la bestia. He intentado contrarrestarla con algún medicamento que me he traído de la posada pero no se si será suficiente. Debemos esperar a ver como evoluciona”-. Magda hablaba con una voz reposada pero muerta de preocupación ante lo que se nos avecinaba. Parecía que sabía lo que se hacía tanto con las heridas del chico, como con las mías, pero no tenía la certeza de que eso fuese suficiente. Nuestros medios para las curaciones eran más bien escasos, solo teníamos la buena mano de esa mujer que daba el do de pecho por todos nosotros sin pedir nada a cambio. En momentos como este no podía evitar el pensar si no hubiera sido mejor dejar a Cameron en el sanatorio en vez de traerlo con nosotros en la huida. Seguramente, Hyter tenía muchos más medios para tratarle como era debido, pero también, una vez confirmado que era uno de los nuestros, cabía la posibilidad de que lo hubiese dejado morir en el sitio, o peor aun, que hubiese aprovechado la ocasión para experimentar con él de alguna manera aberrante. Así que dándole vueltas al asunto, llegué a convencerme de que nuestra decisión fue la mejor que podíamos haber tomado hasta el momento. Sabía que el chico podía morir en estos momentos, pero ninguno de nosotros dejaríamos de hacer todo lo que estuviera en nuestra mano para evitar que eso sucediese. Estaba bajo las lindes de la verdadera familia que debía haber tenido desde hace mucho tiempo, y eso me daba la fe suficiente para creer que todo saldría bien.

Magda terminó de realizarme las curas con cierta facilidad, y sacó de una bolsa de mano unos frascos pequeños con un líquido transparente bailando en su interior. - “Ten tómate esto. Es un fármaco para evitar que se te infecte la herida. La receta se la robamos a Hyter hace unos años y siempre nos ha beneficiado, aunque a decir verdad yo le añado valeriana, que le da un toque más floral y además ayuda a dormir, adelante pruebala. Verás como esta noche eres capaz de descansar después de todo el infierno que has pasado”-. La mujer me puso el frasco en la mano, y con una sonrisa de agradecimiento me dispuse a tomarlo pensando en lo mucho que me sorprendía cada día esta señora que nos cuidaba como si de nuestra madre se tratase, aunque en una cosa se equivocaba, por mucho que intentase relajarme el fármaco no conseguiría descansar ni un solo minuto en esa noche fatídica  bañada por el infortunio.

Después de mis curas y de comprobar que todo estaba en orden, fui a refrescarme y a echarme un rato a uno de los cuartos instalados en la parte superior de la vivienda. Realmente, no sabía si era a causa del fármaco, o de la vaga sensación de amodorramiento que me proporcionaba el cansancio, pero estaba extrañamente familiarizado con la sensación hogareña de ese lugar. No sabría decir el que era exactamente lo que me otorgaba ese sentimiento, pero en el momento en que me eché en una de sus camas, todo lo relacionado con el olor, la visión, y el tacto, volvió a mi como si un extraño fantasma del recuerdo viniera a visitarme en una noche sombría como esa. ¿Sería verdad lo que mis compañeros habían relatado sobre mi pasado? Pronto lo sabría. Los documentos que había recogido Peep ahora descansaban en nuestros dominios. Mañana cuando estuviera fresco y descansado, les echaría un vistazo para poder aclarar mis dudas de una vez por todas. Pero por más que lo anhelase, el descanso deseado no llegaba a mi conciencia. El hecho de que Jack estuviese atado con esas heridas en el rincón más lúgubre del hogar, no dejaba que mi conciencia respirase tranquila en el descanso merecido. Intenté autoconvencerme de que hacía lo correcto de mil maneras distintas, pero al final mi moralidad ganó la partida, y acabé realizando un acto que sabía que pagaría con creces en el futuro.

Me enderecé en mi lecho, y comencé a recopilar todo lo que creía que me sería necesario mientras pensaba en lo que estaba a punto de hacer. Sabía que las palabras de Jason eran de lo más certeras. Ese hombre había matado al mayor apoyo que había tenido en este pueblo perdido de la mano del buen hacer, y además me había dañado en varias ocasiones como la de esta noche, dándome motivos suficientes para pensar que si me acercaba a él me mataría a la menor oportunidad, pero mi conciencia no dejaba de implorarme que fuera a socorrer al enfermo que agonizaba en la planta subterránea. Podría ser que él fuera de esa manera, pero sabía que yo no lo era. Mi educación y modales eran distintos a los de esos asesinos, y por ello me sentía dichoso de mi moral. Por lo que sin esperar a que saliese el alba, tomé la decisión de encaminarme discretamente hasta el sótano, donde mi antiguo captor estaba tiritando a causa de su estado de salud.


En cuanto escuché sus quejidos, bajé las escaleras lo justo para quedarme mirándolo a través de la distancia. Con ese toque de debilidad parecía más joven, más vulnerable. Su pelo le cubría parte del rostro, pero aun podía observar entre sus rendijas la determinación que afloraba de sus ojos al verme parado en frente de él. - “A qué demonios has venido”-. No era una pregunta la que salió de sus labios, ni si quiera una exclamación ante mi presencia latente. Era una amenaza intrínseca la que había en esas palabras. Estaba claro que Jack, al igual que su hermano, era un hombre de principios que lucharía hasta el final sin agachar la cabeza. El problema era que sus principios eran claramente los equivocados en esta guerra. Le devolví la mirada, y bajé el resto de los escalones para ir acercándome a él poco a poco, mientras le contestaba - “He venido a verte a ti, Jack. No te preocupes, no te haré nada malo. Solo vengo a ver como va tu estado de salud”-. Sentí como se reía entre dientes ante mis palabras mientras yo preparaba una tabla lisa para poder colocar los elementos que había preparado previamente para nuestro encuentro, excepto la botella de vidrio con agua que le acerqué directamente a su boca. - “Antes de que hagas alguna tontería de las tuyas te advierto que ha sido el único líquido que he traído, así que si la escupes, o te niegas a beber para demostrar tu bravuconería no tendrás más oportunidades de hidratarte, ¿entendido?”-. Sin esperar su consentimiento le acerqué el vidrio a los labios, y milagrosamente sin que hiciera nada estrafalario, se lo bebió todo sin hacer el más mínimo comentario, haciéndome con ello, descansar un poco más en paz de lo que estaba hasta ese momento. - “Bien, ahora tómate esto. Es un fármaco que hace Magda, te vendrá bien. Después veré lo que puedo hacer con la herida que te ha hecho Jason, con un poco de suerte quizás te la pueda cerrar con hilo”- Jack volvió a sonreír, esta vez mirándome directamente mientras yo habría uno de los frascos que Magda me había confiado, y antes de que pudiera bebérselo exclamó. - “Vaya, vaya, ¿también vas a curarme, chiflado? Supongo que de tal palo tal astilla. ¿Por qué no te comportas como un buen anfitrión, y dejas que me vaya?”- Estaba claro, que sus palabras iban con intención de herirme pero también sabía que en el fondo de su corazón estaba tan desesperado, que un atisbo de su alma deseaba que estuviera ahí con ese motivo, por lo que me apresuré a adelantar mis intenciones para no emitir ninguna falsa esperanza con mis actos auxiliativos. - “Lo siento, Jack. Por ahí no paso. Simplemente he venido porque creo que no se debe tratar a nadie que necesite ayuda de esta manera, por eso te asisto. No tengo intención de dejarte marchar. Lo siento mucho”-. Le di la medicina mientras aclaraba el asunto, y me dispuse a buscar su herida en el costado mientras escuchaba su respuesta, la cual me pillaría totalmente desprevenido ante su significado. - “Venga, Tomek. Se razonable y hagamos un trato. Tu me dejas en libertad, y yo a cambio te digo quien es el traidor que tenéis durmiendo en esta casa. ¿Qué te parece?”.
Continuará...
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